sábado, 25 de diciembre de 2010

Epígrafe 10.7.



TEMA 10.7 LA ILUSTRACIÓN EN ESPAÑA
La Ilustración en España se inscribe en el marco general de la Ilustración europea.
Los ilustrados fueron una minoría culta formada por nobles, funcionarios, burgueses y clérigos. Básicamente se interesaron por:
·         Reforma y reactivación de la economía (preocupación por las ciencias útiles, mejora del sistema educativo).
·         Crítica moderada de algunos aspectos de la realidad social del país.
·         Interés por las nuevas ideas políticas liberales, aunque, en su mayor parte, no apoyaron planteamientos revolucionarios.
Su afán reformista les llevó a chocar con la Iglesia y la mayor parte de la aristocracia. Pese a los afanes ilustrados, la mayoría del país siguió apegada a los valores tradicionales.
Podemos distinguir varias etapas:
En la primera mitad de siglo destacan Feijóo, cuya obra se centro en la divulgación de la ciencia de Newton y en la crítica a los prejuicios tradicionales y las supersticiones  (Teatro Crítico, 1726) y Mayáns (estudios literarios y filológicos. Hizo la primera biografía sobre Cervantes).

Jovellanos, retratado por Goya
Durante este período se crearon las principales Academias, instrumento de difusión de las luces, Se establecieron la Real Academia de la Lengua, Medicina, Historia, Bellas Artes de San Fernando, y, junto a ellas, el Jardín Botánico y Gabinete de Historia Natural.
La ilustración llega a su apogeo en el reinado de Carlos III. Los escritos de Campomanes, Jovellanos, Capmany o Cabarrús muestran la asimilación de las teorías económicas de la fisiocracia y del liberalismo económico. Fruto de ese interés por los asuntos económicos y sociales fue la creación de las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País (la más importante fue la de Madrid), preocupadas por la difusión de las “ciencias útiles” y el desarrollo económico.
El interés por la educación y el progreso científico se concretó en la creación de nuevas instituciones de enseñanza secundaria (Reales Estudios de San Isidro), de enseñanza superior (Colegio de Cirugía, Escuela de Mineralogía, Escuela de Ingenieros de Caminos) y en la reforma de las Universidades y de los Colegios Mayores. (1)
El desarrollo de las ciencias experimentales fue importante: Mutis y Cavanilles en biología, Ulloa y Jorge Juan en Astronomía y Cartografía, Piquer en Medicina (fue el médico de cámara de Fernando VI y tradujo los escritos de Hipócrates). También se impulsó la literatura didáctica y crítica (Feijóo, Jovellanos, Cadalso, Cartas Marruecas y Moratín con su célebre El sí de las niñas) y se desarrolló la prensa y las revistas literarias y científicas.



(1)Añada como un ejemplo más la creación del Real Instituto Asturiano de náutica y mineralogía y, sobre todo, los criterios que se buscaban para crearlo, artículos 7, 8 y 10, p. 70

Epígrafe 10.6

10.6.La España del siglo XVIII: La política borbónica en América
          En un principio la nueva dinastía no introdujo cambios en la administración americana, pero desde mediados del siglo decidieron incrementar la explotación de las riquezas americanas y para ello promovieron las compañías de comercio, sin excesivo éxito (1) y decretaron la introducción de navíos de registro, barcos mercantes a los que se les permitió comerciar directamente con las colonias, aumentando con ello la actividad comercial. (2)
          En el reinado de Carlos III se decidió aumentar el control administrativo sobre las colonias, excluyendo a los criollos y reservando los principales puestos para los españoles peninsulares. Se creó un nuevo virreinato, el del Río de la Plata y se introdujo la figura de los intendentes, como se había hecho en España. La expulsión de los jesuitas también afectó a las colonias, recibiendo la Corona las tierras que ellos debían abandonar y se incrementaron los impuestos. A partir de 1778 se decidió permitir el libre comercio con la mayoría de los puertos peninsulares.(3)

          Al finalizar el siglo el balance económico era negativo, había disminuido enormemente la llegada de productos americanos a la metrópoli, especialmente los metales preciosos, al tiempo que el contrabando y la propia producción colonial iban desplazando al comercio español en América.
          La política borbónica activó el malestar de los criollos que supieron movilizar al pueblo contra la administración española produciéndose las primeras revueltas, finalmente reducidas por las tropas reales, aunque no consiguieron frenar entre los criollos un creciente sentimiento de autonomía.

(1)    Añada la información que viene en el tercer párrafo de la p. 77 sobre la compañía “Guipuzcoana de Caracas” , las razones de su fracaso y la medida tomada posteriormente.
(2)    Compruebe quiénes van a realizar este comercio y por qué. (2º párrafo p. 77)
(3)    Incluya la diferentes consecuencias de esta liberalización según los puertos que efectuaban el comercio; ejemplos  Cádiz y Barcelona (ver último párrafo p. 77)

Epígrafe 10.5

TEMA 10.5 LA EVOLUCIÓN DE LA POLÍTICA EXTERIOR EN EUROPA
Las grandes líneas de la política exterior española arrancan de la difícil situación creada tras el Tratado de Utrecht. La política exterior se tomó como principal objetivo recuperar Gibraltar y Menorca y conseguir establecer como gobernantes a los hijos de Felipe V en los territorios italianos perdidos.
Para ello, la política exterior española se basó en la alianza con Francia, concretada en varios Pactos de Familia, y el enfrentamiento con Inglaterra en el Atlántico ante la amenaza británica a las posesiones españolas en las Indias.
La política exterior de Felipe V (1700-1756) se dirigió a la recuperación de los territorios italianos. Ante el fracaso de los primeros intentos en solitario se optó por la alianza con Francia. Esta alianza se concretó en el Primer Pacto de Familia (1734) y el Segundo Pacto en 1743. Fruto de estos pactos fue la participación apoyando los intereses franceses en la Guerra de Polonia  y en la Guerra de Sucesión de Austria. Como resultado de esta intervención Felipe V consiguió que el infante Carlos, el futuro Carlos III de España fuera coronado Rey de Nápoles y Sicilia  y que el infante Felipe fuera nombrado Duque de Parma.

Con Fernando VI (1746-1759), el gobierno español adoptó una política exterior de neutralidad, equidistante entre Londres y París.


Carlos III (1759-1788) volvió a la alianza con Francia y firmó el Tercer Pacto de Familia (1761) y a la participación de España en la guerra de los Siete Años (1761) (1). La victoria británica, junto a su aliada Portugal, llevó a firma del Tratado de París (1763) por el que cedimos Florida a Inglaterra y Sacramento a Portugal. Para compensar esas pérdidas Francia nos cedió Luisiana.
Gibraltar no se pudo recuperar para España
De nuevo en América, España junto a Francia apoyó a los rebeldes norteamericanos contra Inglaterra(2). La derrota británica llevó a la firma del Tratado de Versalles (1783) lo que permitió la recuperación de Menorca, Florida y Sacramento.

La política exterior de Carlos IV (1788-1808) estuvo completamente marcada por la Revolución Francesa y nos llevará a la trágica guerra de la Independencia contra Napoleón en los inicios del siguiente siglo.



(1)   Buscar los orígenes de dicha guerra. (2) Buscar los orígenes de esa rebelión.

Epígrafe 10.4

Tema 10.4. LA PRÁCTICA DEL DESPOTISMO ILUSTRADO: CARLOS III

Carlos III (1759-1788), hijo de Felipe V y hermanastro de Fernando VI, antes de ser rey de España desempeñó el cargo de Rey de Nápoles de 1735 y 1759.

Su reinado se caracterizó por la aplicación de las reformas del despotismo ilustrado:

Entre los ilustrados se extendió la conciencia de la necesidad de emprender reformas en la agricultura, ocupación que ocupaba a la mayoría de la población y que estaba muy atrasada. Para ello se crearon asociaciones como las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País y los ministros de Carlos III prepararon diversos planes de reforma como el Memorial Ajustado de Campomanes y el Informe sobre la Ley Agraria de Jovellanos.

Todos estos proyectos y documentos del período denunciaban las enormes propiedades amortizadas (mayorazgos de la nobleza o manos muertas de la Iglesia) y afirmaban que el acceso del campesinado a la propiedad de la tierra era una condición necesaria para el progreso del país. Por primera vez, se empezaba a hablar de la desamortización. Sin embargo, la negativa rotunda del Clero y la Nobleza llevó a la paralización de las reformas.
Las únicas medidas que se llevaron a cabo fueron el reparto de tierras comunales en Extremadura, la repoblación (fallida) de Sierra Morena bajo el gobierno de Olavide, la reducción de los derechos de la Mesta y algunas obras de regadío (Canal Imperial de Aragón, Canal de Castilla…)

Los ministros ilustrados aprobaron medidas para fomentar el desarrollo de la Industria. Se rompió el monopolio de los gremios en 1772; se establecieron, con escaso éxito económico, las Reales Fábricas, con apoyo del estado (armas, astilleros, vidrio, tapices…) Las industrias textiles privadas catalanas (“indianas”) fueron más competitivas que las empresas estatales.

Con respecto al comercio se adoptaron medidas conducentes a integrar el comercio nacional, como la mejora de las vías comunicación o la supresión de las aduanas interiores. Un decreto de 1778 estableció la liberalización del comercio con América, acabándose con el secular monopolio de la Casa de Contratación (el Reglamento de libre comercio permitía a trece puertos españoles comerciar con 24 puertos americanos). Sin embargo, se manutuvo la política comercial proteccionista con respecto a las demás potencias.

En el terreno financiero, se estableció el Banco de San Carlos, antecedente del futuro Banco de España. En este período, aparece la peseta, aunque no será la moneda oficial del país hasta 1868.

Teniendo en cuenta la dinámica política se pueden distinguir dos períodos en los gobiernos de Carlos III:

1759-1766 Etapa italiana: gobiernos de Esquilache y Grimaldi. Los intentos de introducción de reformas encontraron una viva reacción que culminó en el Motín de Esquilache en 1766. Esta revuelta que estalló contra el decreto que obligaba a cambiar capas y sombreros tiene razones complejas. Podemos hablar de un motín popular “nacionalista”, contra el ministro italiano, manejado por el clero (jesuitas) y la nobleza para frenar las reformas. Los Jesuitas, acusados de fomentar el motín, fueron expulsados en 1767.

1766-1788 Gobiernos del Conde de Aranda, Floridablanca y Campomanes. Este período está dominado por los grandes ministros ilustrados españoles que ensayaron diversas reformas económicas que finalmente no se llevaron a cabo por la oposición del clero y la nobleza.

 El alumno deberá realizar un índice de los contenidos.

Epígrafe 10.3.

Tema 10.3. REFORMAS EN LA ORGANIZACIÓN DEL ESTADO. LA MONARQUÍA CENTRALISTA
La llegada de la nueva dinastía borbónica propició importantes cambios en la estructura del Estado. Estos cambios fueron introducidos esencialmente durante el reinado de Felipe V (1700-1746).

Medidas centralizadoras, con el objetivo de hacer un estado más eficaz. En este sentido se adoptaron novedades importantes:

Decretos de Nueva Planta (1707 Aragón y Valencia, 1715 Mallorca, 1716 Cataluña): Abolición de los fueros e instituciones propias de los reinos de la Corona de Aragón. Los fueros de las provincias vascas y Navarra se mantuvieron ya que apoyaron a Felipe V durante la Guerra de Sucesión.
Territorios afectados por los Decretos de Nueva Planta

Nuevo modelo de administración territorial, basado en la siguiente estructura: división del territorio en provincias; sustitución de los Virreyes por los Capitanes Generales como gobernadores políticos de las provincias; las Reales Audiencias se mantienen para las cuestiones judiciales; y siguiendo el modelo francés, se creó la figura de los Intendentes, funcionarios encargados de las cuestiones económicas. Finalmente, en los Ayuntamientos se mantuvieron los cargos de Corregidor, Alcalde Mayor y Síndicos personeros del común (elegidos por el pueblo para su defensa).
Los Borbones también reformaron la administración central consolidando el establecimiento de una plena monarquía absoluta. Se suprimieron todos los Consejos, exceptuando el Consejo de Castilla que se convirtió en el gran órgano asesor del rey. Se crearon las Secretarías de Despacho (Estado, Guerra, Marina, Hacienda, Justicia e Indias), antecedentes de los ministerios. En 1787 se establece la Junta Suprema de Estado, antecedente del Consejo de Ministros. (1)
La nueva dinastía intensificó la política regalista, buscando la supremacía de   la Corona, poder civil, sobre la Iglesia. Las dos medidas principales fue el establecimiento de un mayor control sobre la Inquisición y, sobre todo, la expulsión de la Compañía de Jesús adoptada por Carlos III en 1767.
Hubo intentos no demasiado eficaces de reformar el sistema de Hacienda. Se trató de unificar y racionalizar el sistema de impuestos y, para ello, se llevó a cabo el Catastro de Ensenada en 1749 en la Corona de Castilla. Se buscó también la unificación monetaria, estableciéndose el Real de a dos.

(1)   Añadir la información que proporciona el esquema sobre el “Funcionamiento de la Monarquía Absoluta” a modo de resumen, p. 64
Realizar un índice de contenidos del epígrafe.


Epígrafe 10.2

TEMA 10.2 CAMBIO DINÁSTICO. LOS PRIMEROS BORBONES
El reinado de Felipe V. Su reinado de 45 años y 3 días (en dos periodos separados) es el más dilatado de la monarquía española. Felipe V fue un hombre inestable y enfermo, por eso estuvo dominado desde el principio por quienes le rodeaban. Durante la Guerra de Sucesión los administradores franceses fueron los que llevaron adelante la política del rey. En 1714, tras la muerte de su primera esposa, María Luisa de Saboya, se acordó el nuevo matrimonio del rey con Isabel de Farnesio, esto produjo un cambio radical en la Corte. Obsesionada por conseguir reinos para sus hijos, subordinó los intereses españoles a una política exterior agresiva, encaminada a recuperar los dominios de Italia al coste que fuera (política fracasada como se verá en el correspondiente epígrafe). Con ella llegaron los consejeros italianos, el principal de los cuales fue el cardenal Alberoni.
En enero de 1724 comenzó el reinado de Luis I, tras una grave crisis depresiva de su padre, que le obligó a abdicar en su primogénito, que sólo tenía 17 años de edad. Este reinado fue muy breve, pues en agostó falleció de viruela. Felipe V, animado por su esposa, recuperó entonces el trono.
En 1726 José Patiño se convirtió en el principal secretario. Consiguió sacar adelante un ambicioso programa de rearme, fruto de ello fue la conquista del reino de Nápoles y Sicilia en 1734, que fue entregado a Carlos, el hijo mayor de Felipe V e Isabel de Farnesio. Bajo la dirección de Patiño se reorientó la política exterior, buscando la alianza con Francia a través del llamado primer pacto de familia. En los últimos años del reinado se inició la guerra contra los ingleses, con el consiguiente aumento de los gastos.

El reinado de Fernando VI (1746-1753). Como su padre fue un rey enfermizo. El reinado estuvo protagonizado por el marqués de la Ensenada, que acumuló en su persona casi todas las secretarías. Su programa político estuvo dirigido a reforzar el poder absoluto, pero desarrollando una política más avanzada. Había que conseguir un crecimiento económico que permitiera modernizar el país y potenciar y salvaguardar el imperio colonial, para lo cual se hacía imprescindible aumentar las fuerzas armadas. Este programa de reformas requería un periodo de paz, y así fue, uno de los más largos en mucho tiempo.
Entre los proyectos de Ensenada, el primero era la reforma fiscal, que pretendía eliminar el complicado sistema de impuestos e imponer un impuesto único sobre las propiedades y las rentas, que incluiría a los estamentos privilegiados. Durante varios años se realizaron trabajos sobre la riqueza del país (lo que se vino en llamar Catastro de Ensenada). Las protestas de las clases privilegiadas llevaron a abandonar el proyecto. Sin embargo, se consiguió aumentar los ingresos de la Hacienda (recuperando impuestos transferidos a los señoríos, prohibiendo la venta de bienes de la Corona y aumentando la contribución de la Iglesia). En el terreno económico, se suprimieron los impuestos que gravaban el tráfico interior de grano y se liberalizó el comercio colonial (se trasladó la Casa de Contratación desde Sevilla a Cádiz en 1717 y en 1728 se autorizó a compañías comerciales que explotasen en régimen de monopolio algunas áreas y productos coloniales, por Ej. La Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, con el cacao de Venezuela). La actuación más significativa fue el reforzamiento de la Armada, con el fin de conseguir una flota suficiente para defender las colonias y para hacerse respetar. La política naval, que amenazaba a Inglaterra, frente a una posible alianza con Francia, hizo caer a Ensenada, precipitada por un grupo de oposición probritánico en la Corte.
Al finalizar el reinado de Fernando VI el balance era positivo: había una situación interna más próspera, y el potencial militar se había incrementado tras una década de paz.


El alumno deberá ordenar cada reinado, destacando las características principales de cada uno de ellos.

Epígrafe 10.1

Tema 10.1. La guerra de sucesión y el sistema de Utrecht
Guerra de Sucesión (1701-1713)

Carlos II, que había muerto sin descendencia, nombró sucesor a Felipe de Anjou , nieto de Luis XIV de Francia y bisnieto de Felipe IV, quien fue coronado con el título de Felipe V. Acababa así la dinastía de los Habsburgo y llegaba al trono español la dinastía de los Borbones.

Muy pronto, sin embargo, se formó un bando dentro y fuera de España que no aceptaba al nuevo rey y apoyaba al pretendiente el Archiduque Carlos de Habsburgo(1). La guerra civil y europea  estalló.

El conflicto tenía una doble perspectiva:
El ascenso al trono español de Felipe V representaba la hegemonía francesa y la temida unión de España y Francia bajo un mismo monarca. Este peligro llevó a Inglaterra y Holanda a apoyar al candidato austriaco, que, por supuesto, era sustentado por los Habsburgo de Viena.

La familia de Felipe V, 1745
Por otro lado, Felipe V representaba el modelo centralista francés, apoyado en la Corona de Castilla, mientras que  Carlos de Habsburgo personificaba el modelo foralista, apoyado en la Corona de Aragón y, especialmente, en Cataluña.

La guerra terminó con el triunfo de Felipe V. Junto a las victorias militares de Almansa (2), Briguega y Villaviciosa, un acontecimiento internacional fue clave para entender el desenlace del conflicto:  Carlos de Habsburgo heredó en 1711 el Imperio alemán y se desinteresó de su aspiración a reinar en España. Sus aliadas, Inglaterra y Holanda, pasaron en ese momento a ver con prevención la posible unión de España y Austria bajo un mismo monarca.

El Tratado de Utrecht

La guerra concluyó con la firma del  Tratado de Utrecht en 1713. El tratado estipuló lo siguiente:
Felipe V era reconocido por las potencias europeas como Rey de España pero renunciaba a cualquier posible derecho a la corona francesa.
Los Países Bajos españoles y los territorios italianos (Nápoles y Cerdeña) pasaron a Austria. El reino de Saboya se anexionó la isla de Sicilia.(3).
Inglaterra obtuvo Gibraltar, Menorca y el navío de permiso (derecho limitado a comerciar con las Indias españolas) y el asiento de negros (permiso para comerciar con esclavos en las Indias).
El Tratado de Utrecht marcó el inicio de la hegemonía británica.




viernes, 24 de diciembre de 2010

Epígrafe 9.5.

Tema 9.5. Esplendor cultural. El siglo de oro

Si en el ámbito de la ciencia y del pensamiento podemos hablar de un siglo de decadencia, como corresponde a una población mayoritariamente analfabeta, donde el acceso a la cultura seguía siendo minoritario, con la enseñanza controlada por las órdenes religiosas y basada en las autoridades y escritos admitidos por la Iglesia, que a través del Índice de libros prohibidos filtraba cualquier tesis que contraviniera las verdades admitidas, no ocurre lo mismo con la literatura y el arte. En tales campos la calidad es tan espectacular que justifica la denominación de Siglo de Oro.
Era una sociedad que estaba marcada por los valores aristocráticos y religiosos de la mentalidad colectiva en la centuria anterior, pero acentuados; el “honor” y la “dignidad” fueron reivindicados por todos los grupos sociales, lo que llevaba al rechazo a los trabajos manuales, considerados “viles”. Toda esta mentalidad debe enmarcarse, además, en un contexto de pesimismo y de conciencia de la decadencia del país.
Sin embargo, por contradictorio que pueda parecer, en el ámbito cultural en esta centuria España vivió una época de auge sin precedentes.
En el terreno de la literatura el siglo se inicia con la publicación, en 1605, de la primera parte de El Quijote. En esos mismos años estaba en pleno apogeo la poesía de Luis de Góngora y, poco después, saldrían a escena autores como Lope de Vega, Francisco de Quevedo o Tirso de Molina. A otra generación perteneció Pedro Calderón de la Barca.
Lo mismo cabe decir del arte, pero no sólo de la pintura, también la arquitectura y la escultura tuvieron grandes artistas.(1)
(Autorretrato de Velázquez, galería Ufizzi)
No hay que olvidar que el arte barroco es el de la Contrarreforma, lo que significa un arte al servicio de la Iglesia y de la Monarquía que la amparaba y con la que compartía valores e ideología.
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(1) Resuma el apartado del arte de la pág. 59, tres últimos párrafos.
Índice de contenidos, como de costumbre.

Epígrafe 9.4.

TEMA 9.4. EVOLUCIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL
El siglo XVII fue un siglo de crisis económica en Europa en general, en el Mediterráneo en particular y, muy especialmente, en la Península Ibérica. En la Corona española la crisis fue más temprana y más profunda que en el resto de Europa.(1)
Ya en la primera mitad del siglo aparecen problemas demográficos. Epidemias, entre las que destacan las de la peste, se repitieron periódicamente, coincidiendo con épocas de carestía y hambre. Un ejemplo, Sevilla perdió 60.000 habitantes en la peste de 1647. Otros factores influyeron en la crisis demográfica: la expulsión de los moriscos en 1609 supuso la pérdida del tres por ciento de la población del reino, siendo especialmente grave en Valencia y Aragón. Las frecuentes guerras exteriores y el  incremento de los miembros del clero, que redundó en el descenso de las tasas de natalidad. La crisis golpeó con más fuerza a Castilla que a los reinos periféricos.
En la segunda mitad del siglo, la crisis se agudizó. A la decadencia de la agricultura, agravada por la expulsión de los moriscos, se le unió la de la ganadería lanar, que encontró graves dificultades para la exportación, y la de la industria, incapaz de competir con las producciones extranjeras.
(Monedas de vellón del siglo XVII)
El comercio también entró en una fase recesiva. La competencia francesa en el Mediterráneo y la competencia inglesa y holandesa en el Atlántico agravaron una coyuntura marcada por el creciente autoabastecimiento de las Indias y el agotamiento de las minas americanas. Consecuencia de la crisis comercial fue la disminución de la circulación monetaria y la acuñación de monedas de escaso valor metálico, como el vellón.
Esta situación fue criticada por los llamados arbitristas. Denunciaban la excesiva presión fiscal, los abusos señoriales, la falta de inversión de los estamentos privilegiados y sobre todo insistían en que los monarcas iniciaran una política de paz. Al hilo de las teorías mercantilistas que se extendían por Europa, recomendaban la restricción de las importaciones de manufacturas y la protección de la artesanía.
Solo a finales del siglo XVII los ministros de Carlos II emprendieron una auténtica, aunque tímida, política mercantilista; sin embargo, pese a que hubo síntomas de recuperación, la situación de la economía española a finales de siglo continuaba siendo de estancamiento y dependencia exterior.
En este marco de crisis económica, la sociedad estamental española vivió un proceso de polarización marcada por el empobrecimiento de un campesinado que constituía la mayor parte de la población, la debilidad de la burguesía y las clases medias, y el crecimiento numérico de los grupos sociales improductivos, como la nobleza y el clero, en un extremo, y los marginados (pícaros, vagos y mendigos) en otro.
La mentalidad social imperante, marcada por el desprecio al trabajo, agravó la crisis social y económica. El hidalgo ocioso y el pícaro se convirtieron en arquetipos sociales de la España del Barroco.
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(1) Resuma el contenido de la carta del embajador inglés en España en 1640.(Lateral, p. 53)
Índice de contenidos.

Epígrafe 9.3.

TEMA 9.3. EL OCASO DEL IMPERIO ESPAÑOL EN EUROPA
La Paz de Westfalia de 1648 puso fin a la Guerra de los Treinta Años. Supuso el fin de la hegemonía de los Habsburgo (Austrias) en sus dos ramas, la de Madrid y la de Viena, en Europa.

El reinado Felipe III (1598-1621) fue un reinado pacífico. Agotada España y sus enemigos tras las continuas guerras del siglo anterior, se paralizaron los conflictos con Francia, Inglaterra y los rebeldes holandeses, con los que se firmó la Tregua de los Doce Años.

Con Felipe IV (1621-1665) y su valido, el Conde-Duque de Olivares, España volvió a implicarse en los grandes conflictos europeos. La monarquía española participó en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), apoyando a los Habsburgo de Viena (Emperador del Imperio Germánico) y a los príncipes católicos alemanes. El fin de la Tregua de los Doce Años (1609-1621) añadió un nuevo frente al conflicto.
(Derrota de Rocroi. Principio del ocaso español)
El conflicto se inició con victorias de los Habsburgo, como la toma de Breda a los holandeses (cuadro de Velázquez) y las victorias de Nordlingen y la Montaña Blanca en el conflicto germánico. Pronto cambió el signo del conflicto y las derrotas se repitieron, como en Rocroi (1641) ante Francia, mientras que franceses e ingleses atacaban las posesiones americanas. La impotencia de los Habsburgo llevó finalmente al Tratado de Westfalia (1648) por el que se ponía fin a la Guerra de los Treinta Años y en el que España reconoció la independencia de Holanda.
La Paz de Westfalia no marcó el fin de las hostilidades. La guerra continuó hasta 1659 contra Francia. Finalmente en la Paz de los Pirineos (1659), Felipe IV aceptó importantes cesiones territoriales, Rosellón y Cerdaña, Artois... en beneficio de la Francia de Luis XIII (1).
Otro frente fue Portugal, porque Felipe IV no aceptó su independencia. La alianza con Inglaterra permitió a los portugueses consolidarse y, finalmente, ya en el reinado de Carlos II, en 1668, se firmó la paz definitiva, con el reconocimiento de la independencia de Portugal.
A las pérdidas de Portugal y de las Provincias Unidas se unía el abandono de Alemania y el control de Francia sobre la ruta que unía por tierra las posesiones italianas y los Países Bajos españoles. En el mar, el dominio había pasado a las escuadras de Francia, Holanda e Inglaterra. Puede decirse que los reinos españoles habían tocado fondo en los años finales del reinado de Felipe IV.

La débil monarquía de Carlos II (1665-1700) fue incapaz de frenar al expansionismo francés de Luis XIV, España cedió diversos territorios europeos en las Paces de Nimega(2), Aquisgrán y Ryswick. Su muerte sin descendencia provocó la Guerra de Sucesión (1701-1713) al trono español en la que al conflicto interno se superpondrá un conflicto europeo general. La Paz de Utrecht en 1713 significó el fin del imperio español en Europa.
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(1) Mirar el mapa de la p. 55
(2) Escoger la paz de Nimega y ampliar algo sobre ella.
Hacer el índice de contenidos

Epígrafe 9.2.

La crisis de 1640 Epígrafe 9.2
(Medalla conmemorativa de la Paz de los Pirineos)
El enorme esfuerzo militar que para la Monarquía suponía las continuas guerras europeas (la Guerra de los Treinta Años (1) y las hostilidades con los rebeldes holandeses) y la demanda de sacrificios a los reinos que componían la Corona realizada por la “Unión de Armas” propuesta por el Conde-Duque de Olivares en 1632 (2), precipitaron la crisis de 1640 con dos escenarios principales: Cataluña y Portugal.
El fracaso de Olivares para que las instituciones catalanas aceptaran la “Unión de Armas” no le impidió mandar tropas al Principado al estallar la guerra con Francia. La presencia de tropas castellanas, mal recibidas entre el campesinado catalán, dará lugar a numerosas protestas. Finalmente el día del Corpus Christi de 1640, grupos de campesinos atacaron Barcelona, asesinaron al virrey y precipitaron la huída de las autoridades (el Corpus de Sangre, 7de junio)
Asesinado el lugarteniente del rey, representante de las instituciones de la monarquía, la Generalitat presidida por Pau Clarís se puso al frente de la rebelión. Ante el avance de tropas castellanas, los rebeldes aceptaron la soberanía de Francia. Un ejército galo entró en Cataluña y derrotó a las tropas castellanas en Montjüic. El dominio de la Francia de Luis XIII y Richelieu terminó con la reconquista del Principado y la caída de Barcelona en 1652. Sin embargo, la Corona Española perdió el Rosellón y la Cerdaña en la Paz de los Pirineos en 1659.
Aprovechando la crisis catalana, en diciembre de 1640 se inició la rebelión en Portugal.
La
falta de ayuda castellana ante los ataques holandeses contra las posesiones portuguesas en Asia y la presencia de castellanos en el gobierno del reino provocaron que las clases dirigentes lusas dejaran de ver ventajas en su unión a la Corona española. La rebelión, organizada en torno a la dinastía de los Braganza, se extendió rápidamente.
El
apoyo de Francia e Inglaterra, ansiosas de debilitar a España, llevó a que finalmente, Mariana de Austria (madre-regente de Carlos II) acabara reconociendo la independencia de Portugal en 1668.

Las sublevaciones en la década de 1640 se extendieron por otras partes del reino: en la Corona de Aragón y Valencia en 1643. En Italia hubo importantes motines en Palermo y Nápoles (1647). No todas tienen el mismo carácter, algunas como la de Andalucía en 1641 buscaban por parte de la alta nobleza independizarse del reino, pero la mayoría son revueltas populares contra la subida de impuestos, la carestía del pan y contra las oligarquías y nobles locales.
Pese a todas estas revueltas la monarquía de los Austrias sobrevivió, aunque con el fracaso de las políticas de reforma impositiva, refuerzo y centralización del poder monárquico (el conde-duque de Olivares fue destituido en 1643). En adelante, la aristocracia volvió a recuperar el poder y los fueros se respetaron.
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En el libro, en la p. 62, hay una explicación de la Guerra de los Treinta Años. No hace falta que la incorporen si no lo creen necesario.

Sí deben incorporar un resumen de la carta que dirige Olivares al rey en 1624 (p. 53) y que es un anticipo de la "Unión de Armas".
Y les recuerdo el índice de contenidos acostumbrado.

Epígrafe 9.1.

BLOQUE 9. EPÍGRAFE 9.1. Los Austrias del siglo XVII. Gobierno de validos y conflictos internos.
La principal innovación en el funcionamiento del sistema político de la monarquía española en el siglo XVII fueron los validos. Los validos son personajes, miembros de la aristocracia, en los que el rey depositaba su total confianza. El monarca se desentendía de las labores de gobierno y el valido tomaba las principales decisiones. Dos razones explican su aparición: las labores de gobierno eran cada vez más complejas y los monarcas españoles del siglo XVII, los Austrias Menores, no destacaron por su espíritu laborioso. No fueron un fenómeno exclusivamente español. Figuras similares aparecieron en otras monarquías europeas. Los mejores ejemplos fueron Mazarino o Richelieu en Francia.
Los validos gobernaron al margen del sistema institucional de la monarquía, al margen de los Consejos. El nuevo sistema significó un aumento de la corrupción. Los validos aprovecharon su poder para conseguir cargos, pensiones y mercedes para sus familiares y partidarios, lo que provocó críticas generalizadas por parte, sobre todo, de los letrados que formaban los Consejos y los miembros de la aristocracia que no gozaban del favor del valido(1). Validos de Felipe III: Duque de Lerma y Duque de Uceda. Validos de Felipe IVConde-Duque de Olivares y Luis de Haro. Validos de Carlos II: Padre Nithard, Fernando Valenzuela, durante la Regencia de Mariana de Austria (1665-1675),  Duque de Medinaceli y  Conde de Oropesa (Carlos II).
(El conde-duque de Olivares retratado por Velázquez)
Desde el siglo XVI se manifestaron conflictos entre una tendencia centralizadora, que trataba de homogeneizar los territorios de la Corona siguiendo el modelo de reino más poderoso, Castilla,  y una tendencia descentralizadora que buscaba el mantenimiento de las leyes (fueros) e instituciones particulares de cada territorio. A estas tensiones se les vino a unir en el siglo XVII las derivadas de la dura crisis económica y social que sufrió la monarquía hispánica.
Felipe III continuó la política de intolerancia religiosa: en 1609 decretó la expulsión de los moriscos. Esta medida afectó especialmente a los reinos de Aragón y Valencia y provocó el despoblamiento de determinadas zonas y falta de mano de obra agrícola (2).
El valido de Felipe IV, el Conde-Duque de Olivares, trató de que los demás reinos peninsulares colaboraran al mismo nivel que Castilla en el esfuerzo bélico que agobiaba a una monarquía con graves dificultades financieras. España participaba en esos momentos en la guerra de los Treinta Años. Este proyecto de Olivares, conocido como la “Unión de Armas” desencadenó la crisis más grave del siglo XVII, la crisis de 1640. Animadas por la rebelión catalana, los estamentos dirigentes portugueses iniciaron el proceso de independencia. Las Cortes portuguesas proclamaron rey al duque de Braganza. Los rebeldes fueron apoyados por Francia e Inglaterra, potencias interesadas en debilitar a España. Finalmente, Mariana de Austria, Madre-regente de Carlos II, acabó reconociendo la independencia de Portugal  en 1668. En plena crisis de la monarquía, hubo levantamientos de tinte separatista en Andalucía, Aragón y Nápoles. Pese a ser aplastadas todas las rebeliones, excepto la portuguesa, Felipe IV mantuvo los fueros de los diversos reinos.

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El alumno deberá en el paréntesis (1) resumir el texto del lateral de la p. 52, que trata de la crítica de Quevedo al sistema de los validos. Debe escoger una frase e incorporarla literal al texto principal.
En el paréntesis (2) hacer un resumen del 2º párrafo de la p.47 que añada alguna información sobre la expulsión de los moriscos.
Como es habitual, debe, asimismo, hacer un índice de los contenidos.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Epígrafe 8.5

 
TEMA 8.5. CULTURA Y MENTALIDADES. LA INQUISICIÓN

En el siglo XVI España se movió entre el espíritu humanista del Renacimiento y la ortodoxia de la Contrarreforma.
No sólo asistimos a un importante desarrollo en el campo del arte, también se produce un debate en el ambiente cultural que trata de superar la escolástica bajomedieval por el humanismo renacentista, en lo que tuvo una gran influencia Erasmo de Rotterdam. Los principios del humanismo se enseñan en las nuevas universidades, sobre todo en la de Alcalá de Henares (la Biblia Políglota Complutense es el mejor ejemplo de este renacer cultural), fundada por Cisneros.
El castellano fue el principal instrumento de difusión cultural y en el que se escribieron las principales obras literarias, las poéticas de Garcilaso o Boscán, o las narrativas como La Celestina o el Lazarillo de Tormes.
La política internacional de Carlos I y la expansión ultramarina estimuló la atención a los problemas de las relaciones internacionales, destacando el dominico Francisco de Vitoria como uno de los creadores del derecho internacional. Las conquistas también contribuyeron al desarrollo de la navegación, la geografía y las ciencias naturales.
Pero el triunfo de la Reforma protestante en territorios europeos provocó un cambio de actitud mental, coincidiendo con el acceso al trono de Felipe II. La sociedad española se convirtió en la más rígida defensora de la ortodoxia católica. Teólogos españoles que asistieron al Concilio de Trento adquirieron gran protagonismo como Alfonso Salmerón o Melchor Cano. Se fundó la Compañía de Jesús que representó el espíritu combativo en Europa frente a los protestantes, además de llevar a cabo una activa labor misionera en América, junto a otras órdenes como  los dominicos.
La Inquisición se convirtió en un temido instrumento de lucha contra el protestantismo. En 1553 la Inquisición publicó el primer Índice de libros prohibidos y cinco años más tarde se instauró la censura. Cualquier manifestación de heterodoxia podía llevar a la cárcel. Incluso el arzobispo de Toledo, Bartolomé de Carranza, fue acusado de erasmista y para escapar de la Inquisición tuvo que huir a Roma. En 1558 surgieron en Sevilla y Valladolid dos brotes de protestantismo en torno a grupos de intelectuales y nobles, se detuvo a los sospechosos y los principales cabecillas fueron ejecutados. El mismo Felipe II acudió al auto de fe celebrado en Valladolid para manifestar su posición frente al protestantismo.
En ocasiones, la represión de la disidencia religiosa se utilizó como castigo a cualquier forma de oposición a la autoridad real, éste fue el caso del secretario de Felipe II, Antonio Pérez.

El alumno deberá dividir este epígrafe en dos partes (en el texto aparecen claramente). De cada una de estas partes hacer un índice. Para finalizar, añadir algún caso más de persecución religiosa (libro p. 47).

Epígrafe 8.4

 
TEMA 8.4 ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XVI
A lo largo del siglo XVI el crecimiento demográfico fue general, si bien más pronunciado en Castilla que en Aragón. La población de ambos reinos pasó de unos 6,5 millones de habitantes al inicio del siglo a unos 8 al término del mismo.
La estructura demográfica se mantuvo: siguió siendo un país de campesinos con ciudades de pequeño tamaño, pero sí se produjo un cambio en su distribución: las ciudades del norte de Castilla se debilitaron, mientras que las del sur y del levante continuaron su crecimiento gracias al comercio con América (Sevilla con más de 100.000 habitantes era la ciudad más poblada de España). Se calcula que emigraron a América unos 150.000 personas, que si bien no supone una cantidad importante, si hay que tener en cuenta que se trataba de hombres jóvenes, con las consecuencias demográficas que eso comporta.
Se produjo un importante desarrollo económico, también más acusado en Castilla que en Aragón. La razón más importante estaba en el crecimiento de la población, que hizo aumentar la demanda, pero también en la colonización de América: los colonos reclamaban todo tipo de productos que faltaban allí. La agricultura tuvo un alza constante, aunque ni se mejoró ni transformó la estructura agraria heredada de la Edad Media, simplemente se pusieron más tierras en cultivo. También se produjo una expansión de la industria artesanal, sobre todo de los gremios textiles, sin embargo, la monarquía favoreció a los exportadores de lana y otorgó protección a los industriales textiles flamencos, que poco a poco se hicieron con el mercado interior y con el americano. El comercio fue el sector que conoció mayor desarrollo a lo largo del siglo XVI, gracias a la explotación del Nuevo Mundo. En definitiva, Castilla fue incapaz de abastecer la demanda, fenómeno que contribuyó a una característica esencial que comienza en este siglo: la revolución de los precios.
Desde el inicio del siglo se produjo en toda Europa un fenómeno nuevo, un alza de precios continua y sostenida. El fenómeno fue mucho más acusado en la Península. En parte, era la propia demanda la que hacía subir los precios, pero fundamentalmente la inflación se debía a la llegada de metales preciosos procedentes de América. A partir de mediados de siglo comenzaron a aparecer los síntomas de una crisis. La causa principal fue el enorme desgaste económico que supusieron las guerras europeas para Castilla. Para hacer frente a los gastos, la Corona mantuvo una presión fiscal creciente y recurrió a pedir préstamos  a los banqueros, alemanes y genoveses, hipotecando los bienes del reino (incluidos los procedentes de América). Cuando no se podía pagar, el rey se declaraba en bancarrota (Felipe II lo hizo en tres ocasiones). Lentamente, toda la riqueza de Castilla, y en menor medida de los otros reinos, se fue diluyendo.
La sociedad del siglo XVI se caracterizó por la preeminencia de la nobleza y el clero, y la persecución de cualquier disidencia religiosa o ideológica (moriscos y los judíos conversos –marranos-) Todo ello tendió a conformar una sociedad dominada por los grupos más conservadores (hidalguía), donde la limpieza de sangre era indispensable para el prestigio social, la pertenencia a la nobleza y el desempeño de cargos públicos.

El alumno deberá ordenar el texto en apartados y nombrarlos.
Introducir algún pequeño añadido (una frase, una línea) del libro de texto, pp. 50,51

Epígrafe 8.3

 
TEMA 8.3. EL MODELO POLÍTICO DE LOS AUSTRIAS. LA UNIÓN DE REINOS
Con la llegada de una nueva dinastía (la casa de Austria o de Habsburgo), un solo rey ocupó por primera vez el trono de Castilla, Aragón y Navarra (la unión de reinos) y su sucesor incluso el de Portugal (la unidad Ibérica). Esta unificación vino acompañada de un aumento del poder de la monarquía, pero no unificaron las instituciones de todos sus heterogéneos reinos, que mantuvieron, con escasas modificaciones, sus instituciones, cortes y privilegios.

Los Habsburgo o Austrias continuaron y desarrollaron la organización política heredada de los Reyes Católicos. Procuraron rodearse de letrados, funcionarios expertos en leyes que no pertenecía a la alta nobleza. De esta manera, apartaron a la aristocracia del poder de la Corte, permitiendo que el poder político quedara centralizado en las manos de los monarcas.

La alta nobleza siguió jugando un papel muy importante, detentaba los altos cargos  del ejército, de la marina y de la diplomacia, pero siempre subordinada a la corona.

Castilla se convirtió en el centro del Imperio. Esto ocurrió en mayor medida con Felipe II que con su padre, Carlos V. En los demás reinos y posesiones se establecieron Virreyes (Aragón, Indias, Italia) o Gobernadores (Países Bajos, Milán). Estos cargos fueron ejercidos por altos nobles o miembros de la familia real.

El Rey estaba asesorado por los Consejos (sistema polisinodial). Estos podían ser sectoriales (Hacienda…) o territoriales (Castilla, Aragón, Indias, Italia…). Estaban formados por letrados, nobles y alto clero y tenían un carácter meramente consultivo. El Rey tenía la última palabra.

Carlos V y Felipe II despacharon los asuntos cotidianamente con consejeros de su máxima confianza, los
Secretarios, que hacían de intermediarios entre el rey y los Consejos. Algunos, como Antonio Pérez con Felipe II, alcanzaron una gran influencia.

La administración territorial mantuvo la estructura heredada de los Reyes Católicos. Los Corregidores, designados por la corona, tenían el control de las ciudades. Otros cargos de la burocracia eran los Contadores y recaudadores de impuestos, y los Alguaciles que hacían funciones de policía.

Las
Chancillerías y las Audiencias se encargaron de la administración de justicia.

En 1561, Felipe II fijó la capital en
Madrid. Diversos factores explican esta decisión: La situación central de la ciudad en la península o las ventajas ambientales (agua, caza…). Esta decisión provocó el rápido crecimiento de la Villa y Corte, a la vez que la decadencia de ciudades como Valladolid o Toledo, que eran anteriormente frecuentemente la sede de la Corte.



Los alumnos deberán ordenar este epígrafe es diferentes apartados y ponerles nombre.

martes, 7 de diciembre de 2010

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