viernes, 24 de diciembre de 2010

Epígrafe 9.2.

La crisis de 1640 Epígrafe 9.2
(Medalla conmemorativa de la Paz de los Pirineos)
El enorme esfuerzo militar que para la Monarquía suponía las continuas guerras europeas (la Guerra de los Treinta Años (1) y las hostilidades con los rebeldes holandeses) y la demanda de sacrificios a los reinos que componían la Corona realizada por la “Unión de Armas” propuesta por el Conde-Duque de Olivares en 1632 (2), precipitaron la crisis de 1640 con dos escenarios principales: Cataluña y Portugal.
El fracaso de Olivares para que las instituciones catalanas aceptaran la “Unión de Armas” no le impidió mandar tropas al Principado al estallar la guerra con Francia. La presencia de tropas castellanas, mal recibidas entre el campesinado catalán, dará lugar a numerosas protestas. Finalmente el día del Corpus Christi de 1640, grupos de campesinos atacaron Barcelona, asesinaron al virrey y precipitaron la huída de las autoridades (el Corpus de Sangre, 7de junio)
Asesinado el lugarteniente del rey, representante de las instituciones de la monarquía, la Generalitat presidida por Pau Clarís se puso al frente de la rebelión. Ante el avance de tropas castellanas, los rebeldes aceptaron la soberanía de Francia. Un ejército galo entró en Cataluña y derrotó a las tropas castellanas en Montjüic. El dominio de la Francia de Luis XIII y Richelieu terminó con la reconquista del Principado y la caída de Barcelona en 1652. Sin embargo, la Corona Española perdió el Rosellón y la Cerdaña en la Paz de los Pirineos en 1659.
Aprovechando la crisis catalana, en diciembre de 1640 se inició la rebelión en Portugal.
La
falta de ayuda castellana ante los ataques holandeses contra las posesiones portuguesas en Asia y la presencia de castellanos en el gobierno del reino provocaron que las clases dirigentes lusas dejaran de ver ventajas en su unión a la Corona española. La rebelión, organizada en torno a la dinastía de los Braganza, se extendió rápidamente.
El
apoyo de Francia e Inglaterra, ansiosas de debilitar a España, llevó a que finalmente, Mariana de Austria (madre-regente de Carlos II) acabara reconociendo la independencia de Portugal en 1668.

Las sublevaciones en la década de 1640 se extendieron por otras partes del reino: en la Corona de Aragón y Valencia en 1643. En Italia hubo importantes motines en Palermo y Nápoles (1647). No todas tienen el mismo carácter, algunas como la de Andalucía en 1641 buscaban por parte de la alta nobleza independizarse del reino, pero la mayoría son revueltas populares contra la subida de impuestos, la carestía del pan y contra las oligarquías y nobles locales.
Pese a todas estas revueltas la monarquía de los Austrias sobrevivió, aunque con el fracaso de las políticas de reforma impositiva, refuerzo y centralización del poder monárquico (el conde-duque de Olivares fue destituido en 1643). En adelante, la aristocracia volvió a recuperar el poder y los fueros se respetaron.
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En el libro, en la p. 62, hay una explicación de la Guerra de los Treinta Años. No hace falta que la incorporen si no lo creen necesario.

Sí deben incorporar un resumen de la carta que dirige Olivares al rey en 1624 (p. 53) y que es un anticipo de la "Unión de Armas".
Y les recuerdo el índice de contenidos acostumbrado.

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