viernes, 24 de diciembre de 2010

Epígrafe 9.4.

TEMA 9.4. EVOLUCIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL
El siglo XVII fue un siglo de crisis económica en Europa en general, en el Mediterráneo en particular y, muy especialmente, en la Península Ibérica. En la Corona española la crisis fue más temprana y más profunda que en el resto de Europa.(1)
Ya en la primera mitad del siglo aparecen problemas demográficos. Epidemias, entre las que destacan las de la peste, se repitieron periódicamente, coincidiendo con épocas de carestía y hambre. Un ejemplo, Sevilla perdió 60.000 habitantes en la peste de 1647. Otros factores influyeron en la crisis demográfica: la expulsión de los moriscos en 1609 supuso la pérdida del tres por ciento de la población del reino, siendo especialmente grave en Valencia y Aragón. Las frecuentes guerras exteriores y el  incremento de los miembros del clero, que redundó en el descenso de las tasas de natalidad. La crisis golpeó con más fuerza a Castilla que a los reinos periféricos.
En la segunda mitad del siglo, la crisis se agudizó. A la decadencia de la agricultura, agravada por la expulsión de los moriscos, se le unió la de la ganadería lanar, que encontró graves dificultades para la exportación, y la de la industria, incapaz de competir con las producciones extranjeras.
(Monedas de vellón del siglo XVII)
El comercio también entró en una fase recesiva. La competencia francesa en el Mediterráneo y la competencia inglesa y holandesa en el Atlántico agravaron una coyuntura marcada por el creciente autoabastecimiento de las Indias y el agotamiento de las minas americanas. Consecuencia de la crisis comercial fue la disminución de la circulación monetaria y la acuñación de monedas de escaso valor metálico, como el vellón.
Esta situación fue criticada por los llamados arbitristas. Denunciaban la excesiva presión fiscal, los abusos señoriales, la falta de inversión de los estamentos privilegiados y sobre todo insistían en que los monarcas iniciaran una política de paz. Al hilo de las teorías mercantilistas que se extendían por Europa, recomendaban la restricción de las importaciones de manufacturas y la protección de la artesanía.
Solo a finales del siglo XVII los ministros de Carlos II emprendieron una auténtica, aunque tímida, política mercantilista; sin embargo, pese a que hubo síntomas de recuperación, la situación de la economía española a finales de siglo continuaba siendo de estancamiento y dependencia exterior.
En este marco de crisis económica, la sociedad estamental española vivió un proceso de polarización marcada por el empobrecimiento de un campesinado que constituía la mayor parte de la población, la debilidad de la burguesía y las clases medias, y el crecimiento numérico de los grupos sociales improductivos, como la nobleza y el clero, en un extremo, y los marginados (pícaros, vagos y mendigos) en otro.
La mentalidad social imperante, marcada por el desprecio al trabajo, agravó la crisis social y económica. El hidalgo ocioso y el pícaro se convirtieron en arquetipos sociales de la España del Barroco.
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(1) Resuma el contenido de la carta del embajador inglés en España en 1640.(Lateral, p. 53)
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